Los problemas del coche...
Puede ser útil
para trayectos muy específicos que no sean cubiertos por ninguna línea de
transporte público o para recorridos de puerta a puerta –para transporte de
personas con problemas de movilidad, o cuando sea necesario desplazar objetos
pesados–, así como para trayectos que deban realizarse a una gran velocidad por
razones de urgencia. El coche, fuera de atascos, es un medio rápido y flexible,
ya que atiende únicamente a los deseos de su conductor.
El principal problema del coche radica en su uso
generalizado y desmesurado, que provoca la congestión e ineficiencia de todo el
transporte viario. La ampliación de viario, la receta habitual ante situaciones
de congestión, la mayor parte de las veces sólo supone un empeoramiento de los
problemas a medio plazo.
Contribución del automóvil a los diferentes impactos
El automóvil es el medio de transporte que más energía
consume por persona transportada y kilómetro recorrido, ya sea para tasas de
ocupación máximas o tasas de ocupación reales (gráfico 1)

El consumo energético total del automóvil –incluyendo el
consumo de construcción del vehículo, de la infraestructura y el mantenimiento
de la misma– a tasas de ocupación reales es casi el doble que el del cercanías
y el del metro, y más de cuatro veces que el del autobús.
Este elevado consumo de energía, que lo sitúa como el medio
de transporte más ineficiente, es la causa de sus mayores impactos y de su
mayor coste económico, tanto para el usuario como para la sociedad.
Es también la causa de sus mayores impactos a escala global:
contribución al cambio climático e impactos relacionados con la obtención y
distribución de la energía –petróleo– que consume y agota.
Contaminación del aire
La contaminación del aire es producida sobre todo por los
medios que emiten gases de escape en el interior de las ciudades y depende de
la energía de tracción consumida. El automóvil es el medio que más energía de
tracción consume: cuatro veces más que el autobús para el mismo número de
viajeros. Se sitúa así como principal foco emisor y principal responsable de la
contaminación del aire en las ciudades. Los automóviles son responsables del
80% de emisiones de NO2 debidas al tráfico y del 60% de emisiones de
partículas.
La exposición a la contaminación atmosférica a los niveles
actuales de contaminación provoca serios efectos sobre la salud de las
personas: irritación de ojos, superficies mucosas y pulmones, incrementos en la
mortalidad total, mortalidad por enfermedades respiratorias y cardiovasculares,
pérdida de funcionamiento pulmonar y riesgo de incidencia del cáncer de pulmón.
Estos contaminantes son más perjudiciales para las personas
más débiles: personas mayores, menores de edad y asmáticos o personas con
problemas de respiración son las más sensibles.
El resultado es que en el Estado español más de 18 millones
personas (de 35 millones evaluados) viven en lugares con aire contaminado. y
se producen 16.000 muertes prematuras al año relacionadas con la contaminación
atmosférica.
Consumo de espacio
La superficie urbana dedicada al automóvil es de entre el 20
y el 30% del total, alcanzando en urbanizaciones de nueva construcción
porcentajes del 40% [3].
Esta proporción de espacio urbano ocupado se reparte entre el dedicado a
aparcamiento y el empleado para la circulación de los vehículos.
El coche privado es el modo de transporte que más espacio
ocupa, por el tiempo que permanece estacionado: cerca del 90% del tiempo (20-22
horas al día [4])
y por la mayor cantidad de espacio que necesita para circular: el espacio que
necesita un viaje diario medio del hogar al trabajo en coche es 90 veces mayor
que si el mismo viaje se efectúa en metro y 20 veces más que en autobús o
tranvía, y los 60 coches que se utilizan para transportar a 75 personas
equivalen a un autobús [5].
Este consumo es el responsable del modelo actual de ciudad y
de su desarrollo urbano. Una ciudad que se ha ido adaptando al coche a costa de
ir cediéndole cada vez más espacios. Si las calles han perdido su función como
lugar de encuentro y de sociabilidad, han pasado de alojar personas a encajar
coches, y se han visto reducidas a un simple lugar de tránsito, es debido a
este proceso que ha primado el automóvil privado y su fomento desmesurado
frente al resto de ciudadanos o medios de transporte.
Accidentalidad
Los accidentes de tráfico constituyen la práctica totalidad
de los accidentes debidos al transporte, y de éstos el automóvil
proporcionalmente es el medio que más muertos y heridos arroja sobre la
población.
En el Estado español los accidentes de tráfico constituyen
en la actualidad la quinta causa más frecuente de muerte, sólo por detrás de
las enfermedades cardiovasculares, las neoplásicas, las respiratorias y las
digestivas. Pero es que, además, los accidentes de tráfico se ceban
principalmente entre la población joven: cada día mueren cuatro jóvenes en
accidentes de tráfico [6],
convirtiéndose en la primera causa de muerte entre los jóvenes, por delante del
sida y las drogas. De hecho, representan la principal causa de mortandad de las
personas de menos de 39 años [7].
Esta importante siniestralidad presenta una fuerte
repercusión urbana: más de la mitad del total de accidentes se producen en las
ciudades. El número de heridos en accidentes de tráfico es en ciudad
aproximadamente el 50%, al igual que las muertes por atropello. La mayoría de
los accidentes de moto son preferentemente urbanos: 76% del total.
La cifra total de víctimas para el año 2005, uno de los años
con menores tasas de accidentalidad, fueron de más 137.000 personas, con 4.442
personas fallecidas y 21.859 heridos graves.
Congestión
El automóvil con sus elevados requerimientos de espacio y
sus bajas tasas de ocupación se sitúa como el principal responsable de las
congestiones urbanas, los conocidos atascos.
Los atascos no sólo producen una pérdida de tiempo
considerable que las personas deben sustraer de otras actividades, además de
una afección sobre su estado de ánimo, sino que tienen también una fuerte
repercusión económica –horas productivas perdidas, pérdidas en el comercio,
operaciones de abastecimiento más difíciles y con retrasos, etc.–. A medida que
aumenta la utilización del automóvil, se incrementan la congestión viaria y con
ella disminuye la velocidad media de circulación, alcanzando niveles tan bajos
que anulan la principal ventaja competitiva del automóvil como medio de
transporte.
Ruido
La forma actual de moverse en muchas ciudades donde el
automóvil privado tiene un protagonismo excesivo es la causa del excesivo ruido
que aturde las ciudades: el 80% del ruido urbano es debido al tráfico rodado.
De hecho el tranvía genera 46 veces menos ruido que los coches y los autobuses
11 veces menos que el número de automóviles equivalente.
“Según la Unión Europea el 74% de los españoles están
expuestos a niveles sonoros superiores a 55 decibelios, producidos por la
circulación” [8] y
“dos de cada tres residentes en ciudades españolas medias o grandes viven en
ambientes sonoros considerados generalmente como inaceptables” [9].
Es decir, que dos de cada tres personas que viven en ciudades medias o grandes
se encuentran en ambientes por encima del límite a partir del cual existe
contaminación acústica.
Diversos científicos y expertos que tratan la materia, y
numerosos organismos oficiales han declarado de forma unánime que el ruido
tiene efectos muy perjudiciales para la salud. Sus afecciones no son sólo las
debidas a su efecto directo: malestar, problemas de comunicación y de atención
o trastornos del sueño, sino también las relacionados con exposiciones
prolongadas: cansancio crónico, insomnio, enfermedades cardiovasculares,
trastornos del sistema inmune, ansiedad, depresión, irritabilidad, náuseas,
jaquecas y cambios conductuales –hostilidad, intolerancia, agresividad,
aislamiento social–.
Bajas tasas de ocupación
Todos estos problemas se ven, además, considerablemente
agravados por las tasas de ocupación tan bajas que presenta el coche: una media
de 1,2 personas por vehículo. Tasas tan bajas que multiplican el consumo de
energía, la contaminación emitida, el ruido generado, el consumo de espacio por
persona transportada y las posibilidades de accidente.
Impactos sobre el resto de medios de transporte y los no
motorizados
Además, el coche tiene un efecto negativo sobre el
transporte público y sobre los medios no motorizados. La repercusión sobre el
transporte público se debe a la gran cantidad de espacio público que consume y
las congestiones que produce. Competición desigual –recuérdese el espacio que
consume cada medio– por un espacio público limitado en el que el gran perdedor
es el sistema público de autobuses, que ve muy empeorada la calidad de su
servicio y requiere, para ser mantenido, de importantes inversiones públicas. En
esta injusta competición, el autobús pierde potenciales viajeros que se pasan
al automóvil, perpetuando el problema, o a otros medios.
El efecto indirecto de esta situación es que al mismo tiempo
que el transporte público por carretera se encuentra desprestigiado, el metro y
el cercanías son los únicos transportes públicos demandados por la sociedad
debido a su elevado grado de aceptación social. Y es que estos medios de
transporte no tienen que competir contra el coche por el espacio público,
gracias a lo cual garantizan un servicio de calidad. Pero no conviene olvidar
que ambos requieren de unas importantes inversiones en infraestructura que
deben amortizarse, y que sólo resultan rentables a partir de una cantidad de
viajeros por día muy elevada, un requisito que cumplen no muchos trayectos
urbanos.
El uso excesivo del automóvil, con su expansión urbana de
las últimas décadas, son también causantes de la inhibición de los transportes
no motorizados. Peatones y ciclistas no encuentran lugar en una ciudad hostil
para ellos. Una ciudad diseñada para el coche, sin espacio ni facilidades para
andar o pedalear, donde el régimen de miedo (por atropello) del automóvil y la
contaminación que produce se combinan inhibiendo a peatones y ciclistas.
Por eso la afirmación de que el automóvil es un medio
imposible de democratizar: a medida que más y más gente lo utiliza más
ineficiente se vuelve él y todo el sistema de transporte viario.